HISTORIA
Al igual que en todo América, la historia de la vitivinicultura en Argentina comenzó en la época de la conquista española. Los colonizadores trajeron las primeras semillas y estacas de vid que con cuyos frutos se elaboraban los vinos para oficiar la Santa Misa. En el año 1543 la vid había llegado a la ciudad de Salta, proveniente del Alto Perú, posteriormente se extendió llegando las viñas a la ciudad de Santiago del Estero llegaron viñas aproximadamente en 1556. Allí el cultivo de vid progresó realmente, y para 1557 los jesuitas habían realizado las primeras plantaciones de cierta importancia en el territorio. Años después la inmigración europea continuó el aporte de las diferentes cepas que terminaron generando el amplio abanico varietal que hoy encontramos en nuestro país.
UBICACIÓN
La República Argentina, se encuentra ubicada en el extremo sur de América, posee una superficie territorial de 2.766.889 km. y un relieve muy variado. Tiene como límite occidental la Cordillera de los Andes, que en Argentina alcanza las mayores altitudes en el continente.
La zona dedicada a la vitivinicultura, constituye una extensa franja con pendiente variable, ubicada al oeste del país, extendiéndose de norte a sur al pie de la cordillera andina, entre los 22° y los 42° de latitud sur, abarcando toda la zona templada. Esta gran amplitud en latitud norte-sur, combinada con la topografía de los numerosos valles andinos, condicionan grandes variaciones ecológicas que posibilitan la clasificación de regiones vitícolas bien demarcadas, cada una con características ecológicas particulares. Las altitudes de todas estas regiones son variables, encontrándose zonas de cultivos de vid localizadas entre los 200-300 msnm en la Patagonia y los casi 3000 msnm en la región Norte. Tal peculiaridad es única en el mundo, ya que no sólo abarca a los viñedos ubicados a las mayores alturas conocidas para la producción de vinos, sino que, además, el promedio general se ubica por encima de los 900 metros, algo que no tiene parangón en todo el planeta.
La zona dedicada a la vitivinicultura, constituye una extensa franja con pendiente variable, ubicada al oeste del país, extendiéndose de norte a sur al pie de la cordillera andina, entre los 22° y los 42° de latitud sur, abarcando toda la zona templada. Esta gran amplitud en latitud norte-sur, combinada con la topografía de los numerosos valles andinos, condicionan grandes variaciones ecológicas que posibilitan la clasificación de regiones vitícolas bien demarcadas, cada una con características ecológicas particulares. Las altitudes de todas estas regiones son variables, encontrándose zonas de cultivos de vid localizadas entre los 200-300 msnm en la Patagonia y los casi 3000 msnm en la región Norte. Tal peculiaridad es única en el mundo, ya que no sólo abarca a los viñedos ubicados a las mayores alturas conocidas para la producción de vinos, sino que, además, el promedio general se ubica por encima de los 900 metros, algo que no tiene parangón en todo el planeta.
FACTORES
Dos factores marcan de manera determinante nuestros viñedos: la abundancia de sol, que permite una excelente maduración de las uvas que llegan sin dificultades a su plenitud de aromas, sabores, color y taninos y la altitud sobre el nivel del mar, dada por la Cordillera de los Andes que en Argentina alcanza las mayores altitudes en el continente, la cual es causa de una importante amplitud térmica.
Los factores expuestos constituyen una condición excepcional para la calidad y el estado sanitario de las uvas, evitando el desarrollo de enfermedades criptogámicas. Los productos vitivinícolas argentinos son naturales y libres de residuos de pesticidas. Las temperaturas apropiadas y una gran heliofanía (presencia del sol) durante todo el año permiten que las distintas variedades de vid cultivadas puedan completar perfectamente su ciclo vegetativo, alcanzando sus frutos la madurez industrial y niveles de calidad óptimos. Dado que la vid es una especie criófila, las temperaturas invernales bajo cero resultan muy convenientes para su reposo vegetativo. No obstante, la ocurrencia de heladas tardías o tempranas es un factor climático limitante para la producción de la vid en determinadas regiones. Otro factor adverso a la vitivinicultura lo constituyen las tormentas de granizo, que en algunas localidades producen la pérdida de parte de las cosechas.
Los factores expuestos constituyen una condición excepcional para la calidad y el estado sanitario de las uvas, evitando el desarrollo de enfermedades criptogámicas. Los productos vitivinícolas argentinos son naturales y libres de residuos de pesticidas. Las temperaturas apropiadas y una gran heliofanía (presencia del sol) durante todo el año permiten que las distintas variedades de vid cultivadas puedan completar perfectamente su ciclo vegetativo, alcanzando sus frutos la madurez industrial y niveles de calidad óptimos. Dado que la vid es una especie criófila, las temperaturas invernales bajo cero resultan muy convenientes para su reposo vegetativo. No obstante, la ocurrencia de heladas tardías o tempranas es un factor climático limitante para la producción de la vid en determinadas regiones. Otro factor adverso a la vitivinicultura lo constituyen las tormentas de granizo, que en algunas localidades producen la pérdida de parte de las cosechas.
Damian Tello